Cuando se acercaba el verano de 2022 y, con él, el Eurobasket, a Sergio Scariolo, entrenador de la selección española de baloncesto, le faltaba un base. Y fichó a Lorenzo Brown, un jugador norteamericano que acababa de firmar contrato con el Maccabi de Tel Aviv (Israel). Este movimiento tiene sentido en un club, que puede contratar casi a quien quiera, pero no tanto en una selección, donde solo pueden jugar personas con la nacionalidad del país que lucen en su camiseta. Así que, para solucionarlo, el Gobierno nacionalizó por decreto a Brown. El 27 de junio llegó al BOE la carta de naturaleza que, de un día para otro, convertía al jugador en español. Y arreglado. Llegó la competición europea y, gracias entre otras muchas a su aportación, España se llevó el oro.

Estas nacionalidades por decreto son una medida especial (se conceden una decena o veintena al año), que se aprueba “cuando en el interesado concurren circunstancias excepcionales”, dice la norma. La clave es, como pasa con otras medidas discrecionales, como los indultos, qué entiende cada uno como “circunstancias excepcionales”. Es decir, cada gobierno puede elegir a quien quiera y no existen baremos objetivos para valorar quién lo merece y quién no, excepto en situaciones muy acotadas, como víctimas del terrorismo, brigadistas internacionales o sefardíes. Frente a los largos y complicados procesos para obtener la nacionalidad por la vía ordinaria, esto es automático: se revisa el expediente, se aprueba, va al BOE y chimpún.

El caso de Brown es uno de los más habituales. De las 426 cartas de naturaleza concedidas en los últimos 30 años, 108 fueron para deportistas, la categoría más numerosa. Entre ellos destacan atletas (24) y, como él, jugadores de baloncesto (14).

El objetivo suele ser, en la mayoría de casos, el mismo: que puedan competir representando a España. Pero lo más habitual es que estas decisiones se suelan justificar -más allá de la importación de estrellas- en que esos deportistas tienen ya un vínculo fuerte con el país, ya sea porque entrenan o viven aquí o porque juegan en equipos españoles. Ese fue el caso, por ejemplo, de Nikola Mirotić, que llevaba años jugando en la liga de baloncesto española, desde las categorías juveniles del Real Madrid, cuando fue nacionalizado en 2010.

Lorenzo Brown, en cambio, no tenía ningún lazo con el país y nunca había jugado en un equipo español. De hecho, de Estados Unidos pasó a Rusia y, de ahí, al Maccabi de Tel Aviv (Israel), equipo por el que fichó el mismo verano que recibió la carta de naturaleza.

Si analizamos todas las nacionalidades por decreto de 1993 a 2022 (excluyendo de los datos a los sefardíes, que son miles), la siguiente categoría más numerosa es la cultura (80), con representantes sobre todo de la literatura -como Mario Vargas Llosa y su hijo-, el cine -como el mexicano Alejandro González Iñárritu o el argentino Ricardo Darín- o la música -como Chucho Valdés o James Rhodes.

En paralelo, miles de sefardíes

En estos datos no incluimos las cartas de naturaleza a sefardíes, descendientes de los judíos que vivían en España y fueron expulsados en 1492. Aunque durante mucho tiempo aparecieron en el boletín junto al resto de nacionalidades por decreto, desde 2015 se conceden a través de una vía distinta. La ley que lo regula estableció que, durante tres años, podían pedir y obtener la nacionalidad directa (sin tener que acreditar los dos años de residencia habituales) superando el examen de conocimiento de la sociedad española y, en algunos casos, el de lengua. Ese mismo 2015, por ejemplo, aparecen 4.271 cartas de naturaleza a sefardíes en el BOE, que desvirtuarían los datos de este artículo. En total, según el Ministerio de Justicia se han concedido 64.702 cartas de naturaleza a sefardíes, la mayoría de Colombia y México, de las 85.282 solicitudes recibidas.

Le siguen representantes de la política o la diplomacia, víctimas del terrorismo y sus familiares, empresarios (una buena parte de ellos del sector de los medios), colaboradores del ejército -muchos traductores en países en conflicto- y, más abajo, las 22 nacionalidades a científicos y científicas.

Además, entre esos 426 nacionalizados por decreto en los últimos 30 años destacan, y mucho, los hombres: 273 frente a 153 mujeres.

Por países, encontramos sobre todo personas nacidas en Cuba, Venezuela -sobre todo opositores-, Argentina -del mundo de la cultura-, Marruecos -deportistas en su mayoría- y Colombia. En este último caso, buena parte de ellos son militares fallecidos en misiones del ejército español en Líbano o Afganistán y sus familiares.

El Ministerio de Justicia, por su parte, publica sus propios datos de concesiones y solicitudes de cartas de naturaleza, en bloque [algunos datos de concesiones no coinciden con los de este artículo, extraídos del BOE. Puedes saber más en nuestra metodología]. Sus cifras van desde 2007. En esos primeros años concedían casi el 25% de las cartas de naturaleza que recibían, llegando a casi un 33% en 2009, año en el que se batió récord de nacionalidades por decreto, con 348 de las 1.064 solicitudes presentadas.

Con el paso del tiempo la cifra de concesiones ha ido bajando, y mucho, con una decena o dos por año, en parte debido a que los sefardíes pasaron a tramitarse de forma separada desde 2015 y en parte porque, simplemente, se dan cada vez menos. De hecho, aunque en los últimos años cada vez son más personas las que lo solicitan (en 2022 fueron casi 7.000), los porcentajes de aprobados son de poco más de un 2%.

Los 18 de 2022

El año pasado el Gobierno aprobó 18 cartas de naturaleza. Pero solo se informó de una de ellas en las referencias, el resumen de lo aprobado en el Consejo de Ministros, y en la rueda de prensa. Y es que los distintos gobiernos no informan de todo lo aprobado, sino de lo aprobado y que, además, se quiere contar. Como pasa con los indultos, la mayoría de cartas de naturaleza se mantienen ocultas hasta que llegan al BOE. La única de la que sí se quiso informar de forma explícita fue la de Saber Sayeed, un trabajador de la embajada en Kabul que colaboró en la evacuación cuando los talibanes tomaron Afganistán.

Esa sí se contó en esos resúmenes oficiales de las decisiones tomadas. No las de los siete deportistas, entre los que estaba no solo Lorenzo Brown, sino atletas, un jugador de fútbol, uno de yudo y otro de patinaje; o la de Ricardo Steinbruch y Susana Leirner Steinbruch, dos empresarios y mecenas.

Pero 2022 también fue el año en el que varios supervivientes de tragedias recibieron la nacionalidad. Así fue para Samuel Koufie, que salió con vida del naufragio del Villa de Pitanxo; y los familiares del Doctor Chalco, un médico argentino que falleció trabajando en la época más dura de la pandemia.

Todos ellos se suman a una larga lista de nacionalidades por decreto desde 1993, que incluye a personajes tan dispares como el cantante Ricky Martin, el jugador del F.C. Barcelona Ansu Fati y hasta sobrinos lejanos de Juan Carlos I.

Hemos descargado el BOE y estructurado y analizado a fondo los datos desde 1993 hasta 2022. Investigamos uno a uno cada nombre para saber quiénes eran y clasificarlos en nuestras categorías y subcategorías. Incluimos a los familiares de una persona en su misma clasificación. Por ejemplo, los familiares de una víctima del terrorismo estarán categorizadas como víctimas del terrorismo.

Somos conscientes de que la creación de categorías y subcategorías es una decisión subjetiva, pero hemos intentado clasificar todas las cartas de naturaleza de la forma más coherente posible.

Pudimos sacar 5.680 nombres, 5.254 de ellos son sefardíes. Del resto, 426, que son en los que nos centramos en este artículo, pudimos clasificar y conseguir información de 408. En 18 casos nos fue imposible saber quiénes son, la mayoría porque se trata de nombres tan comunes en sus países de origen que es imposible asegurar con certeza de quién se trata y, además, no se anunciaron tras el Consejo de Ministros. No hay un criterio que aclare cuándo se anuncian estas decisiones y cuándo no, y queda a libre decisión del gobierno de turno, según le interese o no anunciar esta medida en cada uno de los casos.

¿Por qué 1993? Recorrimos los decretos para abarcar el mayor tiempo posible, pero la estructura de los datos es más complicada cuanto más atrás nos íbamos y también lo era obtener información sobre quiénes eran esas personas. Decidimos que 1993 era una buena fecha porque nos daba legislaturas de gobiernos distintos y permitía tener una cifra redonda y bastante amplia, esos 30 años hasta el 31 de diciembre de 2022.

Los datos de concesiones vs. solicitudes vienen directamente del Ministerio de Justicia, que da números globales por año. No podíamos utilizarlos para este artículo porque ahí solo aparecen números, no nombres, cosa que sí incluye el BOE.

Las cifras de concesiones por año del ministerio no coinciden exactamente con las nuestras, por dos razones: en la mayoría de casos, porque se clasifica la concesión en un año distinto, al ser esta a final o principio de año (nosotros lo clasificamos por la fecha de su aprobación final en Consejo de Ministros) y los datos bailan uno arriba o uno abajo, nada reseñable; en algunos años concretos, ahí sí con diferencias más notables, porque hasta la aprobación de la ley de 2015 que establecía un procedimiento concreto para los sefardíes estos pedían carta de naturaleza por la vía ordinaria y en sus datos sí están incluidos, mientras que en los nuestros no.

Este tema es una versión más amplia, mejorada y más completa de otros artículos que publicamos en 2013, cuando tratamos por primera vez este asunto, y en 2019.

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