A ti que nos lees: gracias por la confianza
A ti que nos lees:
gracias por la
confianza
Hola,
Tenemos que hablar de confianza.
No como un eslogan, sino como lo que realmente es: un mecanismo de supervivencia en tiempos de ruido. Y, sobre todo, tenemos que hablar de lo difícil que es ganarla y mantenerla cuando todo parece diseñado para tratarte como a un menor de edad.
Seguro que conoces esa sensación. Esa mezcla de frustración e incredulidad cuando intuyes que, al otro lado de la ventanilla de la administración o de la pantalla de tu móvil, alguien ha decidido por ti lo que te conviene saber.
En Civio nos encontramos con ese muro cada semana. En los despachos donde se gestiona lo público, la excusa para la opacidad casi nunca es “no queremos que lo sepas”. Es mucho más sutil. Es paternalista.
- "Si publicamos esos datos, la gente los va a malinterpretar"
- "Si abrimos este código, se va a usar para hacer el mal"
- "Si revelamos quiénes son nuestros asesores, se usará para el ataque"
- "Si publicamos nuestras reuniones, estaremos bajo sospecha"
Ese paternalismo es un refugio perfecto para la opacidad. Es la forma poco elegante de decir: no confiamos en ti.
Y lo peor es que esa desconfianza se contagia. A veces parece que incluso el ecosistema informativo ha asumido que tu atención es superficial; que no buscas rigor, ni matices, ni utilidad real; que hay que simplificarlo todo -y, a poder ser, cabrearte- para poseer tu atención un poco más.
Civio existe porque nuestra premisa es radicalmente opuesta.
Nosotros confiamos en ti. Confiamos en que si te damos información rigurosa, bien trabajada y sin masticarla bajo sesgo partidista, sabes qué hacer con ella.
¿Y sabes qué? Los hechos nos dan la razón.
Cuando alguien rompe el paternalismo y ofrece rigor y vocación de servicio público, la respuesta es abrumadora. No hablamos de teorías, sino de lo que vemos aquí cada día.
Cuando contamos la letra pequeña del BOE, sois miles los que acudís a leer los detalles qué se aprueba y cómo os afecta.
Cuando lanzamos un curso para pedir información a las administraciones, las inscripciones vuelan.
Cuando investigamos algo complejo como el aterrizaje de la IA en la sanidad pública, respondéis: queréis saber qué pasa con nuestra salud y nuestros derechos.
Cuando llevamos a un organismo público ante los tribunales, sentimos vuestro empuje, no vuestra indiferencia.
Y cuando creamos herramientas como el asistente del bono social, del Ingreso Mínimo Vital o de las ayudas por el COVID o la Dana, no vemos clics detrás: sentimos hogares reales tratando de lidiar mejor con problemas muy serios.
Estos no son ejemplos vacíos. Son la prueba —modesta, pero empírica— de que la mayoría nos comportamos como personas adultas y exigentes. De que queremos entender las cosas importantes. Comprobar que las cosas funcionan. Recibir información rigurosa sobre aquello que nos preocupa. Recibir empatía, utilidad y servicio en los momentos críticos. Anticiparnos a lo que viene.
Sobre todo, queremos ser tratados en serio. Y esa respuesta nos obliga a estar a la altura.
Nuestra labor no es decirte qué pensar. Es darte los medios para que nadie piense por ti. Tratamos a nuestra comunidad como lo que es: la base inteligente de la democracia, no un riesgo para ella. Inteligencia cívica.
Esto no va de pedirte un acto de fe. Va de transformar nuestra confianza mutua en acción para 2026.
Si tú también crees que ya tenemos edad para estar mejor informados y jugar un papel mejor en la vida pública, te invitamos a dar un paso más.
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Gracias por leernos.
Gracias por exigirnos tanto.
El equipo de Civio
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