Cuando Marie y su pareja llevaban casi una década intentando sin éxito tener un bebé se toparon contra un muro. “Utilizamos un procedimiento de donación [de óvulos] en Francia que no funcionó”, dice. A su vez tuvieron que afrontar otro problema: allí las listas de espera para acceder a la reproducción asistida son de dos años. “Y, cuando no funciona, debes esperar otra vez dos años”, puntualiza. Los retrasos les hacían temer lo peor: superar el veto legal -45 años- que Francia impone a las mujeres para acceder a las técnicas de reproducción asistida. “Si puedes asumirlo económicamente, te vas a otro país europeo que tenga las mismas técnicas de reproducción asistida, pero [a las que accedes] más rápido”, explica.

El caso de Marie, que viajó a España, no es único. Erika (nombre modificado por petición propia, al igual que en el primer caso), una mujer húngara que lleva desde 2017 intentando concebir con su pareja, también busca acceder a la donación de óvulos. Aunque sí resulta posible hacerlo en Hungría, en este caso es obligatorio que quien los done sea un familiar. “No tengo ninguna pariente que pueda donarme ovocitos”, cuenta. Este fue el principal motivo que les llevó a cruzar la frontera (destino Eslovaquia), junto con la saturación y la deshumanización que, según Erika, afecta al sistema sanitario húngaro: “Nos sentimos como si fuéramos cobayas”, explica sobre la deshumanización del trato en Hungría, que les hace sentir como si les “pusieran en una cinta transportadora” por la que van pasando: “tan pronto te pones los pantalones, el médico ya está con otra paciente”.

Los espermatozoides también viajan

“Una amiga embrióloga me dijo que habitualmente cuentan con donantes daneses en su clínica y vi un programa llamado The Vikings are Coming sobre el esperma danés, así que Dinamarca parecía un buen lugar para empezar”, dice Liv Thorne, que ha plasmado su experiencia como madre soltera en un reciente libro. En su caso, obtuvo el semen en Dinamarca y pidió que se lo enviaran directamente a su país. ¿La razón? El desabastecimiento: “En Reino Unido donar esperma no es algo que los hombres suelan hacer”, explica a Civio. No es el único país con problemas de abastecimiento: en Italia, según datos de 2018, el 96,8% del esperma importado procedía de España, Dinamarca y Suiza. “El traslado de semen es relativamente sencillo porque una muestra seminal se estropea muy poco al congelar y descongelar”, explica Iñaki González Foruria, especialista de la Clínica Dexeus Mujer. No ocurre lo mismo con la donación de óvulos, según el experto, ya que son mucho más sensibles a la congelación y a otros muchos factores, lo que dificulta que puedan conservarse en buen estado y hace que muchas personas tengan normalmente que desplazarse, sí o sí, al extranjero para poder acceder a óvulos donados.

Un reciente análisis indica que “aproximadamente el 5% de los tratamientos de reproducción asistida en Europa están relacionados con viajes transfronterizos”. Entre los destinos más populares, destacan España, República Checa, Dinamarca y Bélgica. En 2019, por ejemplo, en España se realizaron 18.457 ciclos de tratamiento a personas procedentes del extranjero, la mayoría de Francia e Italia, mientras que Dinamarca ofreció más de 8.000 a pacientes internacionales, un 21,69% del total. En Bélgica, según datos de 2018, aproximadamente 13 de cada cien ciclos de fecundación in vitro se ofreció a pacientes que vivían fuera del país, la mayoría en otros estados de la Unión Europea. Las cifras contrastan con las de regiones como Lituania: entre 2018 y 2020, según confirma a Civio el Ministerio de Sanidad, tan solo se ofrecieron diez a personas llegadas de otros países -en gran medida, Rusia y Bielorrusia-.

¿Qué se busca en cada país?

Aunque las personas entrevistadas son una pequeña parte de quienes han optado por la reproducción asistida -se calcula que ocho millones de bebés han nacido gracias a estas técnicas-, su peculiaridad es que, de un modo u otro, se han visto obligadas a hacerlo lejos de su hogar. Lo más habitual es que quienes recurren a ello lo hagan debido a los múltiples vetos legales impuestos en sus lugares de origen. Así, la mitad de los países europeos prohíben el acceso a parejas de mujeres y casi un tercio, a mujeres solteras por elección. Pero también existen otras barreras, como el límite de edad o el número de ciclos financiados. Además, las largas listas de espera, como en Francia, la necesidad de una atención sanitaria de más calidad o más económica y, en ocasiones, la búsqueda de donantes anónimos son otros motivos que justifican estos desplazamientos.

En algunos de los países de origen, como sucede en Hungría, donde las parejas LGTBIQ+ están vetadas, es habitual que las clínicas extranjeras de reproducción asistida publiciten sus servicios para las potenciales usuarias. “En la República Checa, en Ucrania y más tarde en Austria, pudimos ver que las nuevas compañías empezaron a anunciarse para los húngaros en húngaro, ofreciendo sus servicios básicamente al mismo precio o a precios muy similares a los de todo el sector privado húngaro”, señala Bea Sandor, portavoz de Háttér Society. Para Marie y su pareja, el idioma tampoco fue una barrera cuando se desplazaron a España: “No hablo español, pero para los franceses es realmente fácil. Quienes atienden a pacientes de Francia hablan francés”, dice. Según explica la ginecóloga Marisa López Teijón, directora del Institut Marquès, sus pacientes internacionales “proceden de más de 50 países”. También es habitual que las clínicas de más renombre abran sedes en el extranjero.

Quienes se desplazan fuera en busca de reproducción asistida eligen dónde ir en función de sus necesidades. Así le ocurrió a Marie: “Vivo en Toulouse. Está a tres horas de Barcelona”, explica. ​Tanto España como República Checa suelen ser un destino habitual para las personas que tienen problemas de fertilidad y requieren óvulos donados, como le pasaba a ella. Los datos lo demuestran de forma abrumadora: el 54,3% de los tratamientos iniciados en España en 2019 en pacientes extranjeras se relacionó con la donación de óvulos. Las cifras son también llamativas en República Checa: en 2017, las donantes de óvulos fueron mujeres que vivían en territorio nacional (99,7%), mientras que las receptoras eran en su mayoría personas extranjeras (86,3%).

El 55,5% de las inseminaciones con donante en Dinamarca se hicieron a personas extranjeras

En cambio, Dinamarca es uno de los más famosos para quienes buscan donantes de semen. De hecho, según la Autoridad de Salud y Medicamentos de Dinamarca, el 55,5% de las inseminaciones con donante en Dinamarca se hicieron a personas extranjeras. “Es un país relativamente abierto en lo que se refiere a la legislación sobre donantes de esperma”, explica Lasse Ribergård Rasmussen, portavoz de Cryos International, uno de los bancos de esperma más famosos. Desde su sede en Copenhague -junto con los centros ubicados en Chipre y Estados Unidos-, envían muestras a “100 países diferentes en todo el mundo”. “Las largas listas de espera y los aspectos legales en los respectivos países de las pacientes también son factores que pueden afectar a su decisión”, afirma Rasmussen.

Préstamos para costear los tratamientos

Cruzar la frontera implica, en la mayoría de ocasiones, un importante desembolso económico. “Ahorra hasta el último céntimo. El tratamiento de fertilidad es muy caro”, dice Thorne. Según explica Erika, la decisión de viajar a una clínica en Bratislava (Eslovaquia), en lugar de desplazarse a la vecina República Checa, fue por ahorrar: pagaron 4.000 euros por un tratamiento, costeado gracias a un préstamo bancario, en lugar de los 6.500-7.000 euros que hubiesen tenido que abonar en una clínica checa. Por su parte, Marie estima un gasto de unos 9.000 euros, contando el tratamiento y los tres viajes entre Toulouse y Barcelona. “Tienes que ser capaz de costearlo”, reconoce.

Y, aunque las razones para desplazarse a cada lugar son variadas, todos estos países tienen algo en común. Contar con una legislación permisiva y alcanzar tasas de éxito elevadas parecen haberlos convertido en un destino atractivo para miles de personas.

“La ley de España, pese a ser más antigua, tiene una permisividad muy buena. Los centros se han organizado muy bien, se han conseguido resultados, circuitos y una forma de funcionar muy buenos”, opina González Foruria, ginecólogo en Dexeus Mujer. “España, tanto en donación de óvulos como en libertades y en tener más facilidades es de los líderes de Europa”, coincide la especialista Juana Crespo, fundadora de la clínica epónima.

En el caso de la República Checa, según un informe del Instituto de Información y Estadísticas Sanitarias, las razones que lo explican son parecidas: una legislación abierta, la amplia disponibilidad de donantes anónimas y la calidad del tratamiento. “La República Checa es un destino popular para la reproducción asistida, sobre todo porque puede ofrecer tanto altas tasas de éxito como precios asequibles”, dice Michaela Silhava, directora de la Clínica Unica de Praga. Por su experiencia, la mayoría de las pacientes acuden a su consulta por las restricciones legales, como sucede en Italia, Alemania y Austria, o por las listas de espera, según ocurre en Reino Unido, entre otros motivos.

Sin embargo, las autoridades sanitarias de República Checa temen que, en el futuro, la llegada masiva de pacientes internacionales dificulte el acceso a la reproducción asistida a quienes viven allí. Así se desprende del informe de 2017 publicado por el Instituto de Información y Estadísticas Sanitarias. El documento advierte de los riesgos de que esta realidad conlleve un aumento de precios y que los tratamientos sean menos accesibles. Las fuentes expertas consultadas en España descartan que esto pueda suceder debido a que la donación de óvulos también es utilizada frecuentemente por las personas que residen en el país y debido a la propia competencia que existe entre las clínicas privadas. Al cierre de este artículo no hemos recibido respuesta sobre este asunto por parte de los centros contactados en República Checa.

¿Qué ocurrirá en el futuro?

Una cuestión importante es si en el futuro terminará la discriminación que aún hoy afecta a muchas personas. Ya no se trata solo de una cuestión de acceso, sino también de evitar cualquier tipo de exclusión posterior. Como la que padecieron Chiara Foglietta y Micaela Ghisleni, una pareja de mujeres italianas que viajó a Dinamarca para recurrir a la inseminación artificial. ​En abril de 2018, su hijo llegó al mundo, según explicó la propia Foglietta, concejala en el Ayuntamiento turinés. Pero, a la hora de inscribirle en el Registro Civil, los funcionaros le pidieron que mintiera diciendo que se había acostado con un hombre. “No existe una fórmula para decir que se ha recurrido a la reproducción médicamente asistida”, criticó por entonces Flogietta.

Pese a que finalmente lo consiguieron, convirtiendo al bebé en el primer hijo de dos madres nacido y registrado oficialmente en Italia, su experiencia no es excepcional. En Irlanda, las parejas de mujeres que acceden a la reproducción asistida en el extranjero no pueden registrar al bebé como hijo de dos madres, según denunció recientemente una familia que se desplazó a Bélgica para poder concebir. En Hungría, donde las parejas de mujeres no pueden acceder a la inseminación artificial ni a la fecundación in vitro, es habitual toparse con problemas similares. “Cuando el registro se realiza después del nacimiento, se pregunta si hubo padre. Y, si es obvio que no hay padre, entonces tienen que decir algo sobre el origen del niño”, explica Sandor. Algunas personas tratan de presentar documentación para acreditar que el bebé fue fruto de las técnicas de reproducción asistida, mientras que otras mencionan relaciones esporádicas y que desconocen al progenitor. “A la gente le preocupa tener que mentir ante notario. Es algo horrible”, dice.

Por último, la situación en los países mencionados podría cambiar en el futuro. La experta Irene Cuevas, coordinadora del Registro de la Sociedad Española de Fertilidad, señala que muchas mujeres viajaban a España, especialmente a comunidades como Cataluña y el País Vasco, para acceder a las técnicas de reproducción asistida “porque era ilegal” en sus lugares de origen. No obstante, el reciente cambio legislativo en Francia, por el que se permite el acceso a todas las mujeres, sin importar su estado civil u orientación sexual, “va a producir que al final las mujeres permanezcan en su país”. “Disminuirán sobre todo los ciclos de donación de semen”, asegura Cuevas. Esto también podría ocurrir en Bélgica, otro de los destinos habituales de las pacientes procedentes de Francia. Para la activista francesa Magali Champetier, que viajó a España con su pareja para tener un bebé, según recogió la revista Komitid, “será menos estresante, y además, será gratis, a diferencia del extranjero”.

Metodología

Olalla Tuñas y Miguel Ángel Gavilanes también han trabajado en esta investigación. El periodista Adrian Burtin, de VoxEurop, realizó la entrevista a la paciente francesa, cuyo contacto fue facilitado por el gabinete de prensa de la Clínica Dexeus Mujer. Por su parte, el periodista László Arató entrevistó a la paciente húngara. El nombre de las dos mujeres ha sido modificado por expresa petición de ambas. La información de Italia ha sido facilitada por Giorgio Comai, de OBC Transeuropa.

Hemos revisado la literatura científica en bases de datos como PubMed y Google Scholar empleando expresiones habituales como “reproductive tourism”, “fertility tourism” o “cross-border reproductive care”. Hemos contactado sin éxito con la Organización Mundial del Turismo (UNWTO) que, pese a publicar datos sobre turismo por motivos personales, no desglosa la información en relación con los desplazamientos por fines sanitarios.

Hemos contactado con los gabinetes de prensa de los Ministerios de Sanidad o Asuntos Sociales de todos los países de la Unión Europea para conocer los informes o registros vinculados con este tema. No existen datos específicos o no hemos recibido respuesta por parte de Alemania, Austria, Bulgaria, Chipre, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Francia, Hungría, Letonia, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, Rumanía, Suecia. En el caso de Reino Unido, hemos hablado con el gabinete de prensa de la Human Fertilisation and Embryology Authority (HFEA). No hemos empleado las cifras publicadas sobre este tema por la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE) en sus publicaciones anuales, correspondientes a 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016 y 2017, dado que la entidad señala que se trata de información “incompleta” y “no es lo suficientemente fiable como para obtener conclusiones”.

Junto con las personas entrevistadas para este reportaje, no hemos recibido respuesta del Banco Público de Gâmetas (Portugal), la Clínica Repromeda (República Checa), European Sperm Bank (Dinamarca), la organización SOS Homophobie (Francia), mientras que la Clínica Unica (República Checa) ha declinado contestar a algunas de las preguntas y el IVI-Instituto Valenciano de Infertilidad (España) ha rechazado participar en esta investigación.

Déjanos decirte algo…

En esta información, y en todo lo que puedes leer en Civio.es, ponemos todo el conocimiento acumulado de años investigando lo público, lo que nos afecta a todos y todas. Desde la sociedad civil, 100% independientes y sin ánimo de lucro. Sin escatimar en tiempo ni esfuerzo. Solo porque alguien tiene que hacerlo.

Si podemos informar así, y que cualquiera pueda acceder sin coste, sin barreras y sin anunciantes es porque detrás de Civio hay personas comprometidas con el periodismo útil, vigilante y al servicio de la sociedad en que creemos, y que nos gustaría seguir haciendo. Pero, para eso, necesitamos más personas comprometidas que nos lean. Necesitamos socios y socias. Únete hoy a un proyecto del que sentir orgullo.

Podrás deducirte hasta un 80% de tu aportación y cancelar cuando quieras.

¿Aún no es el momento? Apúntate a nuestro boletín gratuito.