Cuatro comunidades no cubren la alternativa a la amniocentesis pese a la recomendación oficial a favor de su uso
La prueba, que analiza el ADN fetal que circula en la sangre materna, sirve para detectar con mucha precisión el riesgo de anomalías genéticas como la que da lugar al síndrome de Down.
A los tres meses de embarazo, Marta recibió una mala noticia. Las pruebas que se había hecho en un hospital madrileño parecían indicar que algo no iba bien. “Cuando hicieron el cribado, por edad, por el tipo de embarazo que tenía y porque habían salido valores alterados, el propio ginecólogo me mandó directamente la prueba”, explica. Marta se refiere al test prenatal no invasivo (TPNI), que determina el riesgo de que el feto tenga alguna anomalía de origen genético, como la que causa el síndrome de Down. Lo mismo le ocurrió a Nieves, residente en el País Vasco, aunque con una diferencia importante: a ella, estando embarazada, le aconsejaron irse a la privada para hacerse la misma prueba, según denunció en redes sociales. Pero su caso no es único.
Un descubrimiento clave en el diagnóstico prenatal
En 1997, el equipo de Yuk Ming Dennis Lo anunció en The Lancet un hallazgo inédito: habían encontrado pequeñas cantidades de ADN fetal circulando libremente en la sangre materna. En 2010, el mismo grupo demostró que era posible analizar el material genético, procedente de la placenta, para detectar el riesgo de anomalías fetales. Si el resultado es negativo, es improbable que el feto tenga alguna alteración, pero, si es positivo, se recomienda la prueba invasiva para obtener un diagnóstico concluyente. Su trabajo ha supuesto una revolución en medicina fetal y hoy en día se utiliza en muchos hospitales públicos y clínicas privadas de reproducción asistida. El científico ha sido reconocido con el premio Lasker de 2022, considerado como la antesala del Nobel.
En toda España, el cribado prenatal del primer trimestre consiste en una ecografía y una analítica, a partir de las cuales se estima el riesgo de que el feto tenga alguna alteración. Si la probabilidad es muy alta, se aconseja una prueba invasiva (amniocentesis o biopsia de vellosidades coriales), que aporta un diagnóstico definitivo, aunque puede conllevar un pequeño riesgo de aborto. Si la probabilidad es intermedia o alta, como le ocurrió a Marta, se puede optar por el test prenatal no invasivo como alternativa, siempre que la sanidad pública lo financie. Sin embargo, cuatro comunidades (Baleares, Canarias, Murcia y País Vasco) no cubren estas pruebas, aunque un grupo de trabajo de la Comisión de Salud Pública, dependiente del Ministerio de Sanidad, las recomendó en 2019.
“Ahora mismo no existe equidad. A nivel nacional, evidentemente, depende de en qué comunidad vivas”, dice Javier Fernández, genetista de la Sección de Diagnóstico Prenatal del Hospital 12 de Octubre de Madrid y portavoz de la Asociación Española de Genética Humana. Donde no se financia el test, cuando se recibe un resultado anómalo, como le sucedió a Nieves, las pacientes tienen la opción de pagar de su bolsillo la prueba de ADN fetal en sangre materna. ¿El problema? Por lo privado, estos test son muy caros: en su versión básica, pueden rondar los 500 euros. Así lo puso de manifiesto un informe oficial de 2016, que señaló la “desigualdad en el acceso a esta prueba” en el caso de “mujeres que no cuenten con recursos suficientes”.
La situación, no obstante, podría cambiar en los próximos meses. Los gobiernos autonómicos de Baleares y Murcia han confirmado a Civio su intención de introducir la prueba a lo largo de 2023, mientras que el País Vasco adjudicó recientemente un contrato, por valor de 1,5 millones de euros, para comprar los suministros con los que realizar los test genéticos. “Se hará en un futuro próximo”, confirma a Civio Leire Otaolea, coordinadora de la Red de Diagnóstico Biológico del Servicio Vasco de Salud, aunque sin concretar cuándo. En las Islas Canarias, en cambio, no existe ningún protocolo a la vista para poner en marcha estas pruebas, que desde hace unos meses sí se realizan de forma puntual en un hospital público de Tenerife.
No para todos los casos… de momento
La recomendación oficial es que los test se financien en la sanidad pública solo bajo ciertas condiciones: que se ofrezcan después de la ecografía y de la analítica del primer trimestre, y siempre que sus resultados muestren un determinado riesgo de alteración fetal. Para la ginecóloga Margarita Gallardo Arozena, especialista en Diagnóstico Prenatal, los test “están muy en auge”, aunque no debería excluirse la ecografía ni hacerse de forma aislada. Tampoco se aconseja su aplicación en todos los casos: según explica a Civio la economista de la salud Lidia García, el informe oficial de 2016 descartó que hubiera “pruebas suficientes” para su recomendación “universal”, algo que por ahora no ha cambiado.
Que los test genéticos, al menos de momento, deban costearse por lo público solo en determinados casos es algo en lo que coinciden las fuentes consultadas. Pero, a día de hoy, cada comunidad fija umbrales de riesgo diferentes, lo que implica que no hay acuerdo sobre en qué casos concretos se deberían cubrir estos análisis. Según Gallardo Arozena, “por debajo de 1/50 sí o sí debería haber prueba invasiva”. Es decir, cuando la probabilidad de que realmente existe una anomalía fetal sea igual o menor a una entre cincuenta casos (el riesgo aumenta cuanto más pequeño sea el denominador). ¿Qué ocurre cuando las posibilidades no son tan altas? Varias sociedades científicas recomendaron en 2020 que el punto de corte fuese 1/270. Pero, en realidad, depende mucho del lugar de residencia: aunque muchas fijan umbrales parecidos a este valor, otras, como Aragón, Cataluña, Galicia o La Rioja, establecen probabilidades muy distintas, algo que pronto ocurrirá también en Aragón y Navarra.
“Desgraciadamente no existe un consenso, no solo a nivel nacional, sino también a nivel europeo, de qué sería lo ideal. Es muy dependiente de la capacidad económica [de cada región]. [Los valores] vienen determinados por el montante económico que se destine a esos programas”, apunta el genetista Javier Fernández. Por ahora, la Comunidad Valenciana, que implantó la prueba de ADN fetal en 2019, es la única que ha anunciado su intención de ofrecerlo a todas las mujeres embarazadas en 2023: si se cumple esta promesa, La Fe, el hospital de referencia, pasará de hacer 1.500 test anualmente a cerca de 37.000. Aun así, el portavoz de la AEGH tiene claro que la tendencia en el futuro “será universal”. Dependerá, según una revisión sistemática publicada en 2017, de que mejore su coste-efectividad.
Hoy en día, en el sistema sanitario público el precio de cada test ronda los 200-300 euros. Y lo normal es que a nivel autonómico se establezca un laboratorio, dentro de un hospital concreto, para que se encargue de recoger las muestras y así centralizar el análisis del material genético. Así ocurre en el Hospital La Fe de Valencia y en otras regiones como Aragón, Castilla y León, Cataluña, Comunidad de Madrid o La Rioja. Menos frecuente es la privatización de estas pruebas, tal y como se hace en Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, Navarra o Ceuta y Melilla, que optan por enviar las muestras a laboratorios externos para su estudio. “Dependiendo de la comunidad, puede ser más eficiente centralizarlo en un único hospital, hacerlo en varios o incluso llevarlo fuera del sistema o a otra región”, apunta García.
En busca de las anomalías genéticas más frecuentes
Donde sí hay unanimidad a nivel autonómico es en la finalidad de las pruebas. En las comunidades que los financian, estos análisis sirven, por ejemplo, para detectar el riesgo de que el feto tenga tres copias de un cromosoma en lugar de las dos normales, lo que se conoce como trisomía. Las más habituales son la trisomía del cromosoma 21, que provoca el síndrome de Down; del cromosoma 18, que causa el síndrome de Edwards; y del cromosoma 13, relacionada con el síndrome de Patau. Además, los test prenatales no invasivos también se suelen aplicar con éxito para detectar el riesgo de anomalías en los cromosomas que determinan el sexo biológico del futuro bebé. Según coinciden las fuentes consultadas por Civio, el rendimiento de los test es muy elevado para detectar el riesgo de las anomalías más habituales, como la que afecta al cromosoma 21.
Desafortunadamente, su éxito baja mucho en los casos donde las anomalías son muy poco frecuentes. Esto no impide que, por lo privado, se pongan a la venta numerosos test para identificar más alteraciones en el ADN que las que ofrece la sanidad pública. Sin embargo, según advirtieron las sociedades europea y norteamericana de genética humana, muchas de estas pruebas se ofertan por lo privado sin suficiente evidencia clínica. Y ello puede dar lugar a “falsos positivos”, es decir, a que se sospeche la existencia de una anomalía que en realidad el feto no padece.
Una reducción clara en el número de amniocentesis
Núria, a la que le detectaron un riesgo intermedio durante el primer trimestre, recuerda el miedo cuando le comunicaron la noticia. “Estás pasando por un embarazo, que quieres que vaya bien. Estás en un momento muy vulnerable, no ya cualquier mala noticia, cualquier incertidumbre a ti te asusta mucho”, cuenta a Civio por teléfono. Por la experiencia de otras amigas, ya tenía en mente costearse la prueba de ADN fetal por lo privado, pero saber el riesgo precipitó su decisión. Esa misma tarde acudió a un centro de Barcelona para que le hicieran el análisis. Su prueba, sin embargo, no salió bien porque no se consiguió diferenciar su ADN del material genético del bebé que esperaba, algo que suele ser excepcional.
Al día siguiente, la llamaron del hospital público para ofrecerle la prueba invasiva y no se lo pensó dos veces. Aunque había un pequeño riesgo para el bebé que esperaba, la biopsia que le realizaron permitía obtener tejido de forma directa y así poder obtener un resultado concluyente. Por eso optó por esa técnica y descartó la prueba de ADN fetal en sangre materna que le ofrecían desde la sanidad pública catalana. Su ejemplo, no obstante, cada vez es menos habitual. Con la incorporación de las pruebas de ADN fetal en sangre materna, el número de amniocentesis realizadas en la mayor parte de España ha ido descendiendo en los últimos años. De hecho, según datos recabados por Civio, en Cantabria, Castilla y León, Extremadura, La Rioja o Melilla, el porcentaje de reducción es igual o superior al 70%. Datos que muestran cómo los test genéticos son cada vez una realidad más consolidada en el Sistema Nacional de Salud.
Metodología
En esta investigación ha colaborado David Cabo con la búsqueda de los contratos públicos relacionados con las pruebas de ADN fetal en sangre materna.
Hemos preguntado a los gabinetes de prensa de todas las consejerías autonómicas con competencias en materia de sanidad. No hemos recibido respuesta de Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, la Comunidad de Madrid, Navarra y País Vasco, pese a insistir en múltiples ocasiones por correo electrónico y por teléfono desde enero de 2023. Además, hemos recibido la información de Ceuta y Melilla a través del Gabinete de Prensa del Ministerio de Sanidad (pues el INGESA dirige y coordina la gestión sanitaria en las ciudades autónomas).
Aparte, hemos conseguido datos adicionales de Andalucía (en la nota de prensa de 2019 de la Consejería de Salud y en la información recogida por Europa Press en 2020), de Aragón (en la nota de prensa de 2016 del Departamento de Sanidad, de la orden publicada en 2019 y de la información de 2020 de Europa Press). En Asturias, nos basamos en el protocolo publicado, en la información de La Voz de Asturias, en el informe del Observatorio de Salud de las Mujeres y en la memoria de 2017 del Observatorio de Salud en Asturias). En el caso de Castilla y León, también hemos verificado los datos con la nota de prensa de 2018 y la de 2022 de la Consejería de Sanidad, junto con el comunicado de 2019 del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid. Asimismo, en Cataluña la información extra procede del protocolo autonómico y de la información publicada en 2018 en El País. En la Comunidad Valenciana también nos hemos apoyado en las notas de prensa de 2019 y de 2022 de la Generalitat, así como en la información publicada por Valencia Plaza en 2022. En Extremadura también hemos consultado los datos difundidos en 2022 en El Periódico de Extremadura, mientras que, en Galicia, nos hemos ayudado de los datos publicados por La Voz de Galicia en 2016 y en 2019 y en Faro de Vigo en 2020. En el caso de La Rioja, hemos utilizado asimismo la nota de prensa de 2019 de Rioja Salud y leído la información publicada en El Día de La Rioja en 2020.
Para los casos donde no hemos recibido contestación de las consejerías autonómicas con competencias de sanidad hemos recurrido a diferentes vías para obtener los datos. En Canarias, hemos confirmado la información a través de la ginecóloga Margarita Gallardo Arozena, especialista en Medicina Fetal y Diagnóstico Prenatal del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria de Santa Cruz de Tenerife (el único que ofrece de forma puntual estas pruebas de ADN fetal). En Cantabria, hemos obtenido la información del protocolo autonómico y de las notas de prensa (aquí y aquí) disponibles en la página web de la Consejería de Sanidad. En Castilla-La Mancha, la información procede del Gabinete de Comunicación de la Presidencia de la Junta y de una nota de prensa de 2022 de la Consejería de Sanidad. Los datos de la Comunidad de Madrid han sido facilitados por Javier Fernández, genetista de la Sección de Diagnóstico Prenatal del Hospital 12 de Octubre de Madrid, que nos ha confirmado que, pese a que la resolución es de 2017, la implantación efectiva es de 2019 (antes el acceso dependía de los hospitales públicos: en 2015, ya lo ofrecía el Hospital Clínico y, en 2016, el Ramón y Cajal, por citar solo algunos ejemplos). En Navarra, la información ha sido obtenida gracias a la ayuda de Mª Antonia Ramos, especialista en Genética Médica del Complejo Hospitalario de Navarra. Y, en el País Vasco, hemos conseguido verificar los datos disponibles gracias a la página web, al contrato público de Osakidetza y a la contestación de Leire Otaolea, coordinadora de la Red de Diagnóstico Biológico del Servicio Vasco de Salud.
Hemos hecho una búsqueda en PubMed y Google Scholar para conocer la evidencia científica más actualizada posible sobre los test prenatales no invasivos. Nos hemos basado en esta revisión de Cochrane, en este documento de consenso de SESEGO y SEMEPE, en este decálogo de recomendaciones publicado en la revista de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia y en esta recomendación de la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio.
Por otra parte, también hemos revisado el Informe “Estado de la evidencia y recomendaciones sobre actividades de cribado en el SNS“, llevado a cabo por la Ponencia de Cribado Poblacional de la Comisión de Salud Pública en abril de 2019. Hemos pedido al Ministerio de Sanidad entrevistar a la persona coordinadora del Grupo de Cribado Prenatal, dentro de la Ponencia de Cribado Poblacional, pero han declinado esta posibilidad. Además, nos hemos apoyado en el Informe de Evaluación de Tecnologías Sanitarias “Análisis de ADN fetal en sangre materna para la detección de trisomías 21, 18 y 13“, realizado en 2016 por el Servicio de Evaluación de la Dirección del Servicio Canario de la Salud (una de las autoras es la economista de la salud Lidia García, entrevistada para el reportaje).
Asimismo, a la hora de confirmar la validez clínica de las pruebas de ADN fetal que se comercializan en laboratorios privados para detectar una variedad mayor de riesgos de anomalías genéticas, nos hemos basado en esta revisión sistemática y meta-análisis publicados en 2021 en la revista Molecular Genetics & Genomic Medicine, en esta investigación de PLOS One de 2020, en esta revisión de 2021 publicada en Journal of Clinical Medicine, en este estudio difundido en Scientific Reports en 2022, en esta revisión en Global Medical Genetics de 2022 y en este manifiesto del Nuffield Council of Bioethics. La argumentación más sólida en este ámbito la hemos encontrado en este posicionamiento conjunto de la Sociedad Europea de Genética Humana y de la Sociedad Americana de Genética Humana) y en este documento del American College of Medical Genetics and Genomics. Aunque el posicionamiento conjunto data de 2015, la Sociedad Europea de Genética Humana ha confirmado a Civio que “todas las recomendaciones siguen siendo válidas”.
Hemos contactado con la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria y con la Sociedad Española de Epidemiología para consultar alguna fuente experta en cribado poblacional, pero en el primer caso han declinado la entrevista y, en el segundo, no han respondido.
En paralelo, hemos analizado todos los lotes adjudicados o formalizados hasta diciembre de 2022, desde que hay datos en la Plataforma de Contratación del Sector Público, no cancelados, con las palabras clave “ADN fetal”, “test prenatal no invasivo” y “test prenatales no invasivos” indicadas en el título de la licitación o del lote o con alguno de los CPVs indicados (85100000-Servicios de salud; 85145000-Servicios prestados por laboratorios médicos; 85148000-8-Servicios de análisis médicos). Tratamos los contratos sin lotes como si fueran contratos de un solo lote. Incluimos contratos menores de la PLACSP, contratos ordinarios y contratos ordinarios -no menores- de las plataformas federadas. En algunos casos hemos podido obtener los precios unitarios de los contratos a través de los documentos de adjudicación, mientras que la estimación del coste por lo público de cada prueba ha sido facilitada por el genetista Javier Fernández.
Puedes descargar los datos sobre el acceso público a las pruebas de ADN fetal en sangre materna aquí
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