Convertirse en embajador o embajadora es la cúspide de la carrera diplomática, un destino al que se llega tras años de estudio, recursos y renuncias. Y es justo en esa cima donde persiste una desigualdad difícil de ignorar: las mujeres son una minoría frente a los hombres que continúan ocupando, en abrumadora mayoría, el puesto de embajador representante de un país. Incluso con las políticas de igualdad desarrolladas por algunos países pertenecientes a la Unión Europea (UE), la presencia de embajadoras se situaba, de media, en torno a un 30% en 2024. “La diplomacia ha sido tradicionalmente -y de manera formal- un ámbito reservado exclusivamente para los hombres”, explican en una investigación las profesoras de Ciencias Políticas Karin Aggestam y Ann Towns.

Las razones que esconden estas cifras son tan largas como complejas. Deborah Rouach, codirectora del Instituto de género en geopolítica, comenta una de ellas: “Para explicar la baja proporción de mujeres en puestos de alto nivel o en puestos de embajadoras es necesario tener en cuenta el hecho de que las mujeres se integraron tarde en la carrera diplomática, alrededor de la década de 1970”. De hecho, hay países que no vieron a una mujer al frente de una embajada hasta fechas relativamente recientes. Grecia, por ejemplo, no nombró a su primera máxima representante en el exterior hasta 1986, cuando Elisavet Papazoi asumió la embajada en Cuba. Portugal tardó aún más: Maria do Carmo Allegro de Magalhães se convirtió en su primera embajadora en otro país -Namibia- en 1998. Aunque ya en 1975, Maria de Lourdes Pintasilgo había abierto camino como embajadora ante la UNESCO, antes de convertirse en la primera mujer -y la única hasta el momento- en liderar el gobierno portugués años después.

En algunos de los países que pertenecen de forma actual a la UE existió durante años una prohibición expresa que imposibilitaba a las mujeres entrar en la carrera diplomática. Ocurrió en Italia hasta la década de 1960 y en España, entre 1941 y 1962, durante el franquismo, cuando una de las condiciones para el examen de ingreso a la Escuela diplomática era “ser varón”. Antes del franquismo, Margarita Salaverría ya había aprobado las oposiciones a la carrera diplomática y, durante la Segunda República, Isabel de Oyarzábal había sido designada embajadora de España en Suecia entre 1936 y 1939, siendo una de las primeras en toda Europa.

Más de 70 años después de las primeras mujeres embajadoras, hay países de la UE donde la representación actual sigue siendo mínima y la brecha de género permanece año tras año. Ann Towns, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Gotemburgo, cree que el avance en esta materia “está siendo sorprendentemente lento” y añade: “Ha llegado muy tarde, y eso me sorprende un poco porque, dado el carácter de la diplomacia, de las interacciones diplomáticas y de la diplomacia bilateral, no veo por qué debería ser un ámbito en el que las mujeres tuvieran dificultades para entrar”.

Tanto a escala global como dentro de la UE, la tendencia ha sido claramente ascendente aunque los porcentajes siguen siendo muy bajos. Si seguimos la evolución de mujeres embajadoras según los datos del proyecto GenDip, de la Universidad de Gotemburgo, en 2024 la media mundial alcanzaba el 23%, mientras que la de los países de la UE llegaba al 30%, una diferencia de siete puntos. Sin embargo, no hace tanto -a comienzos de los 2000- ninguna de las dos medias superaba siquiera el 9%. Y si retrocedemos aún más, hasta 1968, primer año del que hay registros, la presencia de mujeres en embajadas no alcanzaba ni el 1%.

Las razones detrás de la situación actual son diferentes a las prohibiciones impuestas en el pasado, pero muchas de las presiones sociales que impiden a las mujeres acceder a puestos como el de embajadora siguen teniendo un patrón tradicional. “Toda la estructura diplomática -o la propia idea de ser embajador- se ha basado históricamente en la figura de un embajador hombre con su esposa e hijos, ¿verdad? Y la esposa le ayuda en su trabajo. Ella colabora en toda la parte representativa: organizar recepciones, almuerzos, cócteles y cenas, que es una parte muy importante del papel de un embajador”, explica la profesora Towns. Y añade: “Pero cuando se trata de una embajadora, ellas no necesariamente cuentan con ese mismo apoyo por parte de sus maridos, porque los maridos no suelen estar dispuestos a asumir únicamente el rol de esposo. No van a dedicar su tiempo a organizar cenas ni a desempeñar ese tipo de tareas”.

Cuando miramos a todas las personas que forman parte de la carrera diplomática, los problemas son aún más evidentes. Un estudio realizado por los profesores de Ciencias Políticas Romain Leclain y Yann Goltrant concluyó que la diferencia entre ambas carreras diplomáticas se diferenciaban, principalmente, en el tiempo que habían pasado en el extranjero, siendo cinco veces más probable que las mujeres se cogieran un permiso o rechazaran destinos internacionales. Las mujeres también viajaban a destinos más cercanos a casa. Estas variables hacían que las diplomáticas tuviesen dos veces menos probabilidades de acceder a puestos de alto rango que sus homólogos masculinos.

En esta misma línea fueron las respuestas de los funcionarios de carrera diplomática españoles cuando el Tribunal de Cuentas español les preguntó, en 2021: para la mayoría de mujeres pesaba más la carga familiar que para los hombres. En general, y según las respuestas, solo una pequeña parte del personal de la carrera diplomática cree que el hecho de ser mujer no tiene incidencia en la asignación del puesto. Si nos fijamos en lo que contestan las mujeres, el 68% contesta que su sexo les perjudica para acceder a un puesto de embajadora. En cambio, los hombres opinan, en su mayoría, que ser mujer favorece el acceso al puesto.

La paridad está cerca para algunos y muy lejos para otros

Hay solo un país de los pertenecientes a la Unión Europea con más mujeres embajadoras que hombres en 2024: Finlandia. De 73, 39 eran mujeres y 34 hombres. Muy cerca se sitúa Irlanda con casi la mitad de mujeres embajadoras. En el otro extremo, estados como Chipre, Malta o República Checa no alcanzaban ni el 15% de representación femenina. En el medio, países como Bélgica: 16 embajadoras, que se traduce en un 18,8% de presencia femenina.

Estos porcentajes son especialmente interesantes en países con una gran cantidad de misiones diplomáticas alrededor del mundo. Dentro de la UE, hay cinco que envían más de 100 embajadores o embajadoras a otros países: Francia, Alemania, Países Bajos, España e Italia. Países Bajos casi alcanzó en 2024 la paridad en sus enviados, mientras que el resto se situó cerca de la media europea -30%- en cuanto a representación femenina. Excepto uno de ellos: Italia.

Si miramos de cerca los datos de los últimos años sobre la representación exterior de Italia, la presencia de embajadoras es mínima. Entre 2014 y 2024, según las cifras facilitadas por Openpolis, ningún año ha habido más de 20 mujeres en este puesto de las más de 100 misiones que tiene en todo el mundo. Concretamente, en 2016 y 2017 solo hubo 7 mujeres embajadoras de los 120 enviados de media en esos dos años.

Además de la igualdad, hay otro factor que también es importante y se trata del poder que tenga el país a donde se envía la representación. La profesora Ann Towns, que llevó a cabo una investigación con datos de 2014, explica: “Si miras los puestos de mayor peso -las capitales económicas más relevantes o los destinos clave en términos militares, los de las superpotencias y los países muy ricos-, en esos destinos las mujeres están infrarrepresentadas. Hay una sobrerrepresentación de hombres”. Si nos fijamos en los representantes en los países pertenecientes al G20, Italia, por ejemplo, solo tenía a cuatro mujeres en 2024: en Francia, Corea, Rusia y Estado Unidos. Polonia y Bélgica tenían, en ese mismo año, solo embajadores masculinos en el G20.

Cambiar las bases

Para llegar a embajador o embajadora no siempre hay que pasar por la carrera diplomática. En España, por ejemplo, Felipe González nombró a diez embajadores que no eran diplomáticos y Zapatero a 11 durante sus mandatos. Incluso Isabel de Oyarzábal era embajadora política. Para aquellos que sí tienen que hacer la carrera, son años y años para llegar al último escalafón: “Puede durar unos 20, 30 o 40 años”, comenta el profesor Lecler. La buena noticia es que hay cada vez mayor presencia de mujeres en la carrera diplomática. Según la Asociación de mujeres diplomáticas españolas, en 2021 se marcó un hito: por primera vez en la historia hubo más mujeres que hombres en la promoción de ese año. Esto se repitió en 2022 y, en 2023 el número de mujeres y hombres aprobados era el mismo.

En otros países, la proporción de mujeres diplomáticas también ha aumentado de forma considerable: en Francia, por ejemplo, pasó de alrededor del 8% tras la Segunda Guerra Mundial a más de un tercio en la década de 2010; en Suecia, pasó del 4% en 1971 a más de la mitad en 2014. Ahora, el siguiente paso es conseguir romper esa diferencia en los puestos directivos: “La trayectoria profesional es una tubería con fugas por la que las mujeres se van escapando, y supongo que se debe a la acumulación de diferentes factores, por lo que es un poco como morir por mil cortes de papel”, comenta la profesora Towns sobre la carrera diplomática y la dificultad de alcanzar ciertos niveles y compaginarlo con ser mujer y tener una familia. “Todas las carreras profesionales deberían estar totalmente abiertas y ser adecuadas para las mujeres, independientemente de si tienen hijos o no. Por lo tanto, es necesario replantearse el ejercicio del poder y, sobre todo, destruir el techo de cristal que existe en estas carreras. Y hasta que esto no se haga, es cierto que seguirá siendo un ámbito solo apto para hombres que pueden contar con sus esposas que cuiden de la familia”, concluye Rouach.

Colaboración

Este artículo se ha realizado con la colaboración de Michele Vannucchi, del medio italiano Openpolis; Benedetta Tonnini y Eleonora Rossi del medio italiano Dataninja; Théo Anberree y Agathe Decleire del medio belga Le Soir.

La entrevista a Deborah Rouach fue realizada en francés por Agathe Decleire y traducida al español.

Dentro de Civio, Ter García ha participado revisando datos y Eva Belmonte en la edición del artículo.

Metodología

Este artículo se ha realizado en base al análisis de datos recopilados por el proyecto GenDip, de la Universidad de Gotemburgo. Los datos utilizados son los de la versión de agosto que cubren el género de los embajadores de todo el mundo entre 1968 y 2024, aunque no cubre todos los años. Como determina la metodología de recogida de datos, la clasificación del embajador o embajadora de cada misión se hizo en otoño de 2024, por lo que puede haber variaciones entre esta y otras bases de datos o cambios en el embajador o embajadora antes o después de esa fecha.

La categorización de género de la base de datos es solo “hombre” o “mujer” atendiendo principalmente al nombre de la persona designada, según la metodología. No obstante, esto no significa que no existan otras identidades que no se incluyen bajo esta clasificación y que, desafortunadamente, se encuentran fuera del alcance de este trabajo.

De entre los datos, hemos seleccionado aquellos bajo la columna ‘title’ número tres que se trata de aquellos con rango de embajador o embajadora. Hemos dejado fuera de nuestro análisis cualquier otro tipo de puesto como ‘Chargé d’affaires’ o jefe de negocios. En los países de la UE para 2024, había 159 registros extras a los incluidos en el análisis que pueden contener, por ejemplo, personal interino en el puesto de embajador o embajadora que se encontraba en la fecha de recogida de datos.

Además, en el dataset descargable de GenDip solo se incluyen las embajadas en las que reside el embajador o la embajadora. Por ello, solo podemos hablar del número de personas designadas y no del número de países, ya que no podemos contabilizar cuando hay países que también son atendidos por la embajada, aunque no sean donde reside el embajador.

Hemos hecho una comprobación de los datos de los países que nos eran interesantes para este artículo. Hemos comparado los nombres y el género de los embajadores y embajadoras en 2024 de Alemania, España, Italia, Francia y Bélgica con los de GenDip. Así, hemos encontrado que en la base de datos, la Embajada de Italia en Senegal en 2024 aparecía categorizado como hombre cuando las fuentes oficiales lo marcan como mujer. También que, en el momento en el que se realizó la extracción de datos, en la Embajada de Francia en España se encontraba una persona interina como embajador, por lo que no aparecía en nuestro registro; por ello, lo hemos cambiado para incluir al embajador que estuvo durante los siete primeros meses del año antes de dejar el cargo.

De Italia, hemos combinado los datos de GenDip junto a los facilitados por Openpolis. Así, tenemos la evolución del porcentaje de mujeres embajadoras por año. También cabe destacar que hay ciertas diferencias sobre el puesto que ocupaban cinco jefes de misión. Según Openpolis y la página oficial del ministerio italiano, las embajadas de Accra, Baghdad, Pretoria, Bangkok y Tashkent están encabezadas por Chargé d’affaires y no embajadores.

Sobre el gráfico con algunas de las primeras mujeres embajadoras de los países de la Unión Europea, las fuentes son las siguientes: España, Bulgaria, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Austria, Francia, Irlanda, Bélgica, Hungría, Italia, Grecia, Letonia, Eslovenia, Lituania y Portugal.

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