Imagen: Fernando Sánchez

¡Buenos días!

Hoy es un día muy especial. El BOE nuestro de cada día cumple siete años -siete ya, ¡madre!, se me hace mayor-.

Hoy no te escribo para contarte el último indulto, la última nacionalidad exprés, el último nombramiento o cómo te afectan las medidas que se toman desde los gobiernos y los parlamentos. Te escribo para pedirte ayuda. Te escribo para que nos eches un cable y te hagas socia o socio de Civio y así podamos seguir escudriñando la letra pequeña y desvelando lo que de verdad importa: lo que se aprueba, lo que entra en vigor, y no lo que, unos y otros, dicen y opinan. De eso ya vamos sobrados por otras fuentes, ¿verdad?

Este proyecto surgió de la necesidad de ejercer un periodismo honesto y útil, hace siete años, en el salón de mi casa y en pijama, en un arranque de locura y tras un ERE que me dejó en la calle. Meses después de nacer, Civio lo adoptó -nos adoptó- y ahora es una de las patas con las que estamos intentando construir un periodismo distinto que vigile lo público a fondo y desde el rigor más puntilloso. Un periodismo del que estoy muy orgullosa. Pero que necesita recursos para seguir dando guerra.

De lunes a sábado, pase lo que pase: en festivos, en navidades, cuando me duele la cabeza… Da igual, el BOE no falla. Y yo tampoco. Leerlo, entenderlo, contextualizarlo, descifrarlo y explicarlo ocupa buena parte de mi jornada laboral en Civio desde entonces. Y me ha obligado a quemarme las pestañas estudiando leyes, procedimientos y burocracia para entender cómo funciona lo público y poder explicártelo. Es parte de mi trabajo. La más personal y a la que más cariño le tengo. Pero, para qué engañarnos, es agotador.

Sigo empeñada a rabiar en explicar cómo nos afecta a todos lo que se decide en despachos y asambleas, aún a riesgo de quedarme sin pestañas y de gastarme medio sueldo en ibuprofenos. Pero necesito tu ayuda. Hazte socia o socio de Civio hoy para que sigamos cumpliendo muchos años más. Porque todo, todo, está en el BOE.

Un abrazaco.

Eva