Los impulsores del sueño olímpico y su embajador especial
40 empresarios invirtieron en la candidatura de Madrid 2020 y el Gobierno nombró a un embajador especial, viejo conocido del PP, para llevar a cabo la gesta que acabó en fracaso.
Para poner en marcha una candidatura olímpica es necesario contar con apoyo institucional y, más importante aún, un buen presupuesto. Para cumplir esta segunda premisa la organización de Madrid 2020 consiguió sumar a la aportación inicial del Ayuntamiento de Madrid las donaciones de 40 empresas, que en total sumaron más de diez millones de euros.
La mayoría de las compañías participantes se acogieron al programa de patrocinio creado para la ocasión, excepto Iberdrola, BBVA, El Corte Inglés, Renault y Mahou, que aparecen como donantes -esto es, sin recibir nada a cambio- en la relación de patrocinadores que aparecía en la web de la candidatura, desaparecida tras el fracaso en Buenos Aires.
El resto, en cambio, se acogió a los planes de retorno establecidos por la organización: socios, patrocinadores preferentes y oficiales, colaboradores y amigos. Éstos últimos, entre los que se encuentra la empresa de autobuses Alsa y la marca de maletas Samsonite, lo son si su aportación, ya sea en dinero o en especie, es inferior a los 50.000 euros. A partir de esa cantidad llegan los colaboradores, entre los que encontramos empresas como Sacyr, Dragados, Ferrovial, FCC o Universia.
Los patrocinadores oficiales, que aportaron 200.000 euros por barba, son Grupo Leche Pascual, Banco Santander y Repsol, entre otros. Si una empresa dobla la apuesta se convierte en patrocinador preferente (400.000 euros), entre los que encontramos Globalia o la CEIM (confederación de empresarios madrileña).
El rango más alto es para los socios (800.000 euros): JC Decaux, Grupo Villar Mir, Accenture, Price, Garrigues, La Caixa y Telefónica. Muchos de esos empresarios viajaron, como recompensa, en la comitiva que representó a la candidatura en Buenos Aires.
Embajador especial y por reagrupación familiar
Para preparar la gesta de conseguir unos Juegos Olímpicos para la capital, la organización necesitaba un embajador. Pero no uno simbólico, como Messi o Beckham lo son de Unicef, sino uno de los de verdad, con credenciales y traje de gala. Julio Nuñez Montesinos fue nombrado embajador en misión especial para la candidatura de Madrid 2020 en julio de 2012 y cesado el 20 de septiembre de 2013, justo después de deshacer las maletas tras el viaje de vuelta desde Argentina.
No era la primera vez que un gobierno del PP le otorgaba un cargo tan elevado. Justo antes de abandonar La Moncloa, con las Cortes ya disueltas, José María Aznar premió sus ocho años a cargo de la secretaria técnica del Ministerio de Asuntos Exteriores con la embajada de Luxemburgo. El destino no era casual: su mujer, Rosario Silva de Lapuerta, ejercía desde 2003 muy cerca, en Bruselas, como jueza del Tribunal de Justicia de la UE. En 2007, Nuñez fue cesado.
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